Parasha Ki Tavo en su narrativa de las primicias (bikkurim) y la presentación del diezmo (Deut 26: 1 -19) traen un sin fin de reflexiones y principios teológicos que pueden ser analizados. De éste capítulo podríamos estudiar y llegar a la comprensión de:
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si se puede diezmar o no hoy en día (lo mismo aplica para las primicias)
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entender cuál es la presencia de Dios y el lugar de su morada
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conocer el lugar que Dios escogió para llevar acabo estos mandamientos (Jerusalén)
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entender la relación entre las ofrendas, los sacrificios y el Templo
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debatir sobre la veracidad de la Biblia debido a la estrecha relación que hay entre los sacrificios bíblicos y los sacrificios y ritos paganos de aquel entonces en otras civilizaciones.
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comprender sobre el uso de poesía y su apropiada interpretación debido a su formato lingüístico
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entre otros.
Sin embargo, en este estudio pretendo explayar en dos partes, el significado de la declaración "Arami Oved Avi" y su significado espiritual y vital para la Fe Bíblica (¿Por qué Dios quería que declaremos estas palabras cada año por todas las generaciones?) y la controversia sobre la pronunciación del nombre de Dios.
Arami Oved Avi -
Parte 1
Las palabras iniciales de Deuteronomio 26 describen cómo cada agricultor (o familia agricultora) debía presentarse al Templo en Jerusalén (2 Cronicas 7) cuando haya recolectado sus primicias y diezmos y declarar las siguientes palabras. Deut 26:5
אֲרַמִּי אֹבֵד אָבִי וַיֵּרֶד מִצְרַיְמָה וַיָּגָר שָׁם בִּמְתֵי מְעָט וַיְהִי שָׁם לְגוֹי גָּדוֹל עָצוּם וָרָב
Un arameo fugitivo (o "errante") era mi padre, y bajó a Egipto y residió allí con un número escaso, pero allí se convirtió en una nación grande y muy poblada.
Como algunos interpretes han notado y como se podría haber esperado, la Torah podría haber enseñado que la declaración de los primeros frutos incluyera una expresión de gratitud por las cosechas y un súplica por los productos futuros, como en ceremonias similares en otras culturas del mundo, pero el texto solo discute la historia de la formación de Israel y la intervención divina. El agricultor declara ante el sacerdote:
במדבר יב: ג וְהָאִישׁ מֹשֶׁה (ענו) [עָנָיו] מְאֹד מִכֹּל הָאָדָם אֲשֶׁר עַל פְּנֵי הָאֲדָמָה
Deut 26: 3 Reconozco hoy ante YHVH tu Dios que he entrado en la tierra que YHVH juró a nuestros padres que nos asignaría...
Con estas palabras, los agricultores que debían presentarse en el Templo de Jerusalén, que habían viajado desde pueblos lejanos y cercanos, experimentan personalmente la historia de Israel. En cada generación que pasa,, cada año y posiblemente más de una vez al año, el agricultor debe concebirse a sí mismo, aunque sea por un momento fugaz, como un nómada sin tierra.
El relato de esta historia, menos que gloriosa, tiene la intención, entre otras cosas, de disuadir la arrogancia por parte del terrateniente.
Luego, el agricultor procede a un relato de la historia nacional, comenzando con la declaración de que " arami oved avi (אֲרַמִּי אֹבֵד אָבִי)", continuando con el sufrimiento de los israelitas bajo la esclavitud egipcia y la eventual redención, y finalmente, dramáticamente, llegando en el aquí y ahora, de pie como un granjero con su canasta de productos ante el sacerdote.
Toda la recapitulación de la historia nacional llega a un clímax calculado en el momento en que el agricultor llega con los primeros frutos de la tierra que le ha sido otorgada.
La declaración termina con la frase:
דברים כו: י וְעַתָּה הִנֵּה הֵבֵאתִי אֶת רֵאשִׁית פְּרִי הָאֲדָמָה אֲשֶׁר נָתַתָּה לִּי ה '
Deut 26:10 Por tanto, ahora traigo las primicias de la tierra que tú, Yehováh, me has dado.
Lo que es destacable de esta declaración, es que el individuo no presenta una experiencia real personal, como por ejemplo la historia de cómo consiguió el éxito, o el proceso para extraer su cosecha y llevarla al Templo, sino que relata esta historia nacional como suya enfáticamente: lo nacional se vuelve personal, lo histórico se vuelve biográfico.
Este tipo de declaración o liturgia, podemos asimilarla al relato de la noche de Pesaj, cuando en Éxodo 12 Dios ordena a los padres a relatar la historia del Éxodo como una historia personal, donde recordamos que todos fuimos esclavos en Egipto generación tras generación. Del mismo modo, cuando Moisés expone su último sermón en el libro de Deuteronomio, recuerda a la nueva generación israelita que no había nacido en Egipto y no había vivido la experiencia del Monte Sinaí, que:
ב יְהוָה אֱלֹהֵינוּ, כָּרַת עִמָּנוּ בְּרִית--בְּחֹרֵב
ג לֹא אֶת-אֲבֹתֵינוּ, כָּרַת יְהוָה אֶת-הַבְּרִית הַזֹּאת: כִּי אִתָּנוּ, אֲנַחְנוּ אֵלֶּה פֹה הַיּוֹם כֻּלָּנוּ חַיִּים
ד פָּנִים בְּפָנִים, דִּבֶּר יְהוָה עִמָּכֶם בָּהָר--מִתּוֹךְ הָאֵשׁ
Deut 5:2 Yehová nuestro Dios hizo pacto con nosotros en Horeb (Sinaí).
3 No con nuestros padres hizo Yehová este pacto, sino con nosotros todos los que estamos aquí hoy vivos.
4 Cara a cara habló Yehováh con vosotros en el monte de en medio del fuego.
Siendo realistas y críticos, ni mis padres ni mis abuelos fueron esclavos en Egipto, mi padre no fue un arameo o perseguido por uno, como tampoco vi cara a cara a Dios en el Monte Sinaí, pero lo que estas narrativas establecen como principios fundamentales de nuestra Fe, es que para creer en Dios, conforme a la voluntad que se ve reflejada en Las Escrituras, (La Torah) debo introducirme y no ignorar la historia de nuestros antepasados israelitas.
Recitando la declaración de los primeros frutos año tras año, el agricultor se enseña a sí mismo que el capítulo final de la historia nacional se desarrolla en tiempo real, mientras se encuentra con sus primeros frutos frente al sacerdote en el templo diciendo:
"¡Mi padre fue un arameo arrante, pero descendió a Egipto con pocos y fuimos prosperados, fui esclavo en Egipto, clamamos a ti, Dios escuchó y nos libró, nos introdujo a la Tierra que El había prometido y aquí estoy! declarando mi obediencia al pacto (vv. 13-14) y entregando como retribución de todos lo que Dios ha hecho por mi (la nación israelita), las primicias y los diezmos que tu me has dado."
En Sintesis, llevar las primicias y los diezmos al Templo y cumplir con el difícil mandamiento de hacer esta declaración, (difícil porque el agricultor que diezma u ofrece sus primicias debe declarar ante Dios haber cumplido con todos sus mandamientos), no solo cumple con una acción de dar caridad a los extranjeros o levítas o de demostrar su gratitud a Dios, es más, la declaración no menciona en lo absoluto la gratitud. Sino que trata sobre tener presente y declarar la historia de Israel como la biografía de cada individuo y comprender que es solo por Dios, sus perfectos planes e intervención divina, que hoy puedo estar presente aquí, (con la ayuda de Dios prontamente en Israel, en el Beit Yehováh) y obtener la bendición de Dios.
La controversia sobre la pronunciación del nombre de Dios
-Parte 2
Este estudio no pretende debatir sobre la pronunciación exacta del Nombre de Dios, ya sea si se pronuncia Yehováh, Yahuwah Jehovah, o Yahweh, es más, nuestro sitio y las enseñanzas que compartimos sobre el Tetragrama no pretenden convencer a la audiencia sobre una forma de pronunciación exacta. Personalmente prefiero las vocales que componen el nombre "YEHOVAH" porque hay evidencia textual suficiente en escrituras hebreas, griegas, latinas, chinas, inglesas y españolas que testifican sobre esta pronunciación, pero más que una pronunciación, en nuestros estudios queremos transmitir respeto hacia el Nombre de Dios, incluso para quienes exponemos sobre la pronunciación.
A través de la evidencia que exponemos en diversos estudios queremos incentivar a las personas a no crear discusiones sin fundamento y de muy pobre conocimiento sobre el nombre de Dios, ya que a menudo me enfrento a argumentos carentes de principios básicos de la lengua hebrea que llevan estas cuatro consonantes hebreas especiales YHVH a significar un montón de disparates con suposiciones de que Yeh + hova o yeh + va en un idioma que nadie conoce significa cualquier cosa que no vale la pena mencionar.
A razón de estos argumentos, muchos tienden a reemplazar el nombre de Dios con los títulos de "Adonay, Hashem, el Señor, el Eterno", entre otros, y refuerzan estos usos por sobre el nombre de Dios con la tendencia y halajá rabínica de "NO pronunciar el nombre de Dios".
En el estudio "La prohibición del Nombre", analizamos cómo los mismo rabinos enseñaban y pronunciaban el nombre de Dios. La Mishna incluso relata la historia de Rav Eliezer, quien fue envuelto en un rollo de la Torah por enseñar la Torah y leer el Nombre como estaba escrito. La conclusión de este estudio nos permite entender que los judíos no se prohibieron el Nombre así mismos, sino que fueron forzados a dejar de pronunciar el Nombre de Dios tras la invasión helenista y romana (fueron perseguidos por invocar el nombre de Dios).
Muchos ignoran estos hechos históricos y plenamente entiende que la Torah prohíbe a un individuo clamar o pronunciar el Nombre explícito de Dios. Algunos adoptan la interpretación rabínica de Rashi sobre Éxodo 3:15, donde manipula sin vergüenza el texto, enseñando a hacer todo lo contrario a lo que la Biblia enseña (Rashi interpreta la palabra zejer y olam como indicando que el nombre de Dios debe permanecer oculto por siempre) u otros, simplemente se quedan con el credo personal sin fundamento, que el Nombre de Dios es demasiado santo para ser pronunciado.
¿Qué es lo que la Biblia enseña en esta porción?
Deut 26:3 Y te presentarás al sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás: Declaro hoy a Yehováh tu Dios, que he entrado en la tierra que juró Yehováh a nuestros padres que nos daría.
La tradición rabínica propone que el nombre de Dios era tan sagrado que solo se susurraba en Yom Kippur en el Templo por los labios del Sumo sacerdote y que ciertos rabinos pronunciaban una vez cada siete años a sus discípulos más cercanos para que ellos hicieran del mismo modo con sus futuros discípulos. Sin embargo, la lectura de Deuteronomio 26:3 -10 enseña que cuando un simple granjero entraba al Templo para presentar la primicia de su cosecha, debía, por mandato de Dios, pronunciar ¡Siete veces el nombre de Dios! (En la declaración del diezmo el agricultor debía pronunciar el nombre de Dios una vez también y jurar haber cumplido con lo que Dios había ordenado).
En sumatoria, la Torah ordena a sus fieles a pronunciar el nombre de Dios. Esta declaración como ya hemos analizado, además, es una declaración de Fe donde el individuo se presenta ante Dios y reconoce todas las obras de Dios para con su pueblo Israel. Por esto, hace sentido que el individuo proclame el nombre de su Dios en alabanza, como dice el texto:
Deut 26:10 Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Yehováh. Y lo dejarás delante de Yehováh tu Dios, y adorarás delante de Yehováh tu Dios.
11 Y te alegrarás en todo el bien que Yehováh tu Dios te haya dado a ti y a tu casa, así tú como el levita y el extranjero que está en medio de ti.
Reflexión:
Posiblemente el cumplimiento de estas palabras aun son un problema. Para poner por obra el mandamiento de las primicias y del diezmo se requiere el Templo de Jerusalén reconstruido, la re unificación de Israel, la consagración de los cohanim, tener posesión del Monte del Templo, algo que es un gran conflicto político hoy en día, y una nación principalmente agrícola (aunque también es posible que debamos reformar estas enseñanzas a algo más práctico o contemporáneo). Pero lo que pretendo exponer, sin mucho esfuerzo, es que ya sea que leamos estas narrativas como historietas pasadas, quizás ideales para un tiempo específico de la historia de Israel o como una enseñanza Eterna que un futuro ejecutaremos con la ayuda de Dios, la Torah, la palabra de Dios, y por defecto Dios, nos manda a pronunciar su nombre.
Considerando que Dios pretendía que cualquier granjero, repartido por cualquier región de Israel, se presentara al Templo con sus cosechas y declare el nombre de Yehováh, posiblemente ¡más de siete veces! me pregunto de dónde los rabinos talmudistas sacaron estas historias de conspiración de que el Nombre era todo un secreto e inpronunciable.
Si estas leyendas orales, por lo tanto, se contradicen a la Torah escrita de Moisés, ¿deberíamos seguir las tradiciones rabínicas o lo que la Torah enseña? y si estas leyendas claramente reflejan una irrealidad ¿Por qué la mayoría de los judíos, y cristianos que abrazan la Torah de Dios ponemos tanto énfasis y nos subordinamos a leyendas rabínicas?