top of page

Purificación por inmersión

Entendiendo la purificación por agua en su contexto escrito, cultural y arqueológico. El propósito de la Torah por incluir estas leyes levíticas, y como estos mandamientos de pureza son aplicables en la vida de un creyente hoy en día.

Contacto

Descargar

qumram -Israel2012.jpg

Introducción

Parashat metzora  trata extensamente el tema del  tumah  (טומאה, traducido diversamente como “impureza”, “inmundicia” o “profanación”) y  toharah  (טהרה, “pureza” o “limpieza”). El término tumah abarca una variedad de impurezas, como la asociada con los cadáveres, con el consumo de animales prohibidos y con las descargas corporales; toharah puede referirse a una variedad de procedimientos mediante los cuales se restaura la pureza. 

La purificación de la contaminación de un cadáver requiere rociar el agua de purificación (las cenizas de una vaca de raza roja Núm. 19). La purificación que sigue al parto o la lepra implica la presentación de un sacrificio (Lev. 12: 6; Núm. 14:32). La purificación de otros tipos de contaminación, como la causada por el contacto con la ropa de cama de una persona con secreciones corporales particulares, solo requiere que pase un día 0+-(Levítico 15: 5, 16). Aunque el relato bíblico prescribe diferentes formas de limpieza para diferentes tipos de contaminaciones, la mayoría comparte el denominador común de lavarse con agua como parte del proceso de purificación.

Lavarse con agua: ¿en qué forma?

En el uso bíblico, el término " rajatz"  (רחץ, "lavar") denota tanto el lavado diario (Génesis 24:32; 2 Sam. 11: 8) como el lavado ritual (Levítico 14: 8-9; 16:24). La ley bíblica prescribe el lavado ritual como la etapa final del proceso de purificación, pero en ninguna parte especifica cómo realmente se realiza el lavado requerido. ¿Fue sumergiendo todo el cuerpo de una vez en una instalación construida específicamente con fines de purificación (de la manera que conocemos los miqvaot de los  tiempos del Segundo Templo y posteriores) o en una fuente de agua natural, como una piscina o un manantial? Otra posibilidad que no se puede excluir del texto es si verter agua de un recipiente como un jarro  sobre el cuerpo de una persona es una manera de lavar el cuerpo ritualmente.

La regularidad con la que la Biblia describe la contaminación asociada con la menstruación o la emisión de semen sugiere que lavarse para la purificación no era una preocupación marginal en el reino de Israel y Judá; al contrario, debe haber sido una necesidad rutinaria de la vida diaria. Por lo tanto, debemos volver a examinar las formas en que los antiguos israelitas y judíos pudieron haber llevado a cabo la purificación, teniendo en cuenta los datos geomorfológicos y los hallazgos arqueológicos. Este análisis puede servir entonces como base para un intento de reconstruir la forma en que se llevó a cabo realmente la purificación.

Fuentes de agua y su utilización

El suministro de agua disponible para los residentes de los reinos de Israel y Judá, tanto para uso diario como de culto, tenía tres fuentes principales: manantiales encontrados cerca de áreas pobladas; pozos y obras hidráulicas excavadas para llegar al agua subterránea; y cisternas y depósitos construidos para recolectar aguas de lluvias o arroyos desbordados. Los estudios arqueológicos e hidrológicos realizados han demostrado que los recursos hídricos varían de un lugar a otro. Las áreas montañosas son ricas en manantiales, pero otras áreas, como la Sefelá (estribaciones) y el valle de Beersheba, tienen muy pocas. 

El suministro de agua en la Shefelah provenía principalmente de pozos excavados en aguas subterráneas y cisternas que recogían la escorrentía superficial. El nivel freático alto de la zona se podía alcanzar cavando pozos a una profundidad de sólo unos veinte metros. La realidad de suministrar agua cavando pozos que llegan al agua subterránea es evidente en el relato de los sirvientes de Isaac cavando pozos en la región de Gerar (Gn. 26:17:22). 

Durante el transcurso del período del Primer Templo, se construyeron sistemas de agua en muchas ciudades para proporcionar acceso al agua dentro de la ciudad. Los sistemas de agua que se han encontrado en los diversos sitios incluyen principalmente embalses destinados a almacenar aguas superficiales de escorrentía; los ejemplos incluyen el embalse de Beth-Shemesh y el estanque de Gabaón. Otros sistemas de agua incluyen túneles excavados; un ejemplo es el Túnel de Siloé en Jerusalén que traía agua del manantial de Gihon a las piscinas de almacenamiento. 

La identificación en estudios y excavaciones de sistemas públicos de agua, pozos y cisternas nos permite postular que si hubiera habido algún tipo de instalaciones que permitieran la inmersión de todo el cuerpo en el período del Primer Templo, tales instalaciones serían evidentes en los hallazgos arqueológicos. Ante la falta de instalaciones destinadas a la inmersión podemos suponer que la fuente de agua utilizada para el lavado dependía de la hidrología de la región. Donde había manantiales fácilmente disponibles, el lavado se lograba sumergiéndolo en un manantial o vertiendo agua sobre el cuerpo. Como los manantiales estaban disponibles, tenían la opción de elegir entre un manantial o vertiendo agua sobre el cuerpo. En otras áreas, sin embargo, el lavado consistía en verter agua sobre el cuerpo desde un recipiente y no incluía la inmersión.

Purificación vertiendo agua sobre el cuerpo desde un recipiente

La ley bíblica identifica solo tres casos en los que la purificación se logra con el uso de  mayim Chayyim  (מים חיים, "agua corriente", literalmente "agua viva"): contaminación por un cadáver (Núm. 19:17), por una descarga corporal como la menstruación(Lev. 15:11), o por lepra (Lev. 14: 5, 50), ver más abajo. En estos casos, parte del proceso de purificación requiere el uso de agua que fluya continuamente. 

En todos los demás casos de contaminación, la purificación se logra mediante el lavado con agua, sin ningún requisito de que sea agua corriente. Es razonable suponer que la forma adoptada por el lavado ritual con el fin de purificar el cuerpo se deriva directamente de las formas de lavado que eran posibles en las diversas regiones de Judá. 

La única fuente que se refiere al proceso de purificación tal como se llevó a cabo es el relato de la purificación de Betsabé en 2 Sam. 11: 2-4. David ve a Betsabé lavándose en su techo ya que “era el momento de su purificación (והיא מתקדשת מטמאתה)”. Según este relato, que no parece en modo alguno tendencioso, el lavado con fines de purificación se realizaba dentro de los confines de la estructura residencial; Claramente, no se hizo por inmersión en una fuente de agua natural, como un manantial o un arroyo fuera de la ciudad y es difícil evidenciar que haya tenido agua corriente funcional al interior de su casa, especialmente en su techo. En este contexto el relato bíblico describe que el baño por purificación en esta región se llevaba a cabo con agua recolectada de otra fuente vertida al cuerpo con un jarro.
Como sabemos que las bañeras no se usaban para lavarse dentro de las residencias de Judea, de acuerdo a la evidencia arqueológica, Betsabé no podría haberse purificado sumergiendo todo su cuerpo en una instalación similar a un mikveh que permitiera que todo el cuerpo estuviera en el agua al mismo tiempo. Solo queda otra posibilidad, y es lavarse vertiendo agua sobre el cuerpo desde un recipiente, el tipo de lavado que podría tener lugar en cualquier lugar de la casa, incluso en el techo.

Purificación del Antiguo Cercano Oriente

La purificación mediante el vertido de agua en las extremidades del cuerpo aparece en varias ceremonias rituales en el Antiguo Cercano Oriente. En Egipto por ejemplo, cada templo incluía una habitación destinada a la purificación. La habitación fue construida fuera del templo mismo, pero era parte del área sagrada. Las escenas de las ceremonias de purificación muestran a la persona purificada (generalmente el rey) flanqueada a ambos lados por dos dioses que vierten agua sobre su cabeza. La ceremonia de purificación conocida como  bit rimki  ("Casa de baño") estuvo muy extendida en Mesopotamia desde la época de Gudea, el gobernante de Lagash de finales del tercer milenio, hasta el período neobabilónico. La ceremonia estaba destinada a purificar a cualquier individuo, pero por lo general parece haber sido realizada por el rey. La purificación se logró mediante el paso por siete habitaciones, en cada una de las cuales la persona que se purificaba debía lavarse las manos mientras declamaba encantamientos que también recitaba el sacerdote que lo acompañaba. Estos ejemplos muestran que incluso en regiones con fuentes de agua fácilmente disponibles en las que era posible la inmersión, la purificación a menudo se lograba no sumergiendo todo el cuerpo, sino vertiendo agua sobre el cuerpo o partes de él.

Además, este contexto cultural e histórico agrega una nueva perspectiva a las leyes levíticas como ha sido en el caso de la lepra y sacrificios, como ya hemos compartido en otros estudios [Ver Tzaraat y la cultura mesopotámica], donde aprendemos cómo Dios usa rituales existentes o conceptos ya aceptados por el común de las personas, como en este caso, la comprensión de que un lavado de agua purifica a las personas. Dando a entender que estos conceptos son parte de una ley natural o lógica que el ser humano por defecto sabe y entiende, no obstante, el propósito de la Torah en estos rituales era desconectar la superstición, hechizos y rituales de encantamientos que las antiguas sociedades solían practicar cuando se purificaban para estar ritualmente puros. En otras palabras, Dios quería neutralizar este concepto de la impureza, aunque en casos podría ser algo definitivamente divino, como la lepra, Dios trato la purificación como un simple tema higiénico. Por ejemplo, al cabo de siete días se lavará y será limpia [lógicamente] en vez de decir o enseñar que la mujer arroja sangre o un hombre contrae lepra, etc. porque vienen espíritus y un sin fin de incoherentes razones anti bíblicas .

¿De dónde viene los Miqvaot? 
Diferencia entre el judaísmo karaíta y rabínico 

De acuerdo a la evidencia textual, [escrita] y de acuerdo a la evidencia arqueológica, el rito de purificación se completaba cuando una persona se lavaba con agua que provenía de alguna fuente corriente, pero en ninguna parte se especifica la naturaleza precisa del lavado necesario. La ausencia de instalaciones destinadas al lavado ritual, junto con la disponibilidad limitada de manantiales y cisternas dentro de las fronteras del Reino de Judá, nos obliga a asumir que si bien la inmersión en manantiales era un modo posible de purificación, en la mayoría de los casos el lavado ritual durante el periodo del Primer Templo parece haberse cumplido vertiendo agua de un recipiente sobre el cuerpo, como un baño común en una tinaja sin necesidad de sumergir el cuerpo completamente en agua.

Solo desde el período del Segundo Templo en adelante, las miqvaot comenzaron a usarse ya que estas piscinas rituales más antiguas datan del siglo II AEC. Desde este periodo en adelante presenciamos un cambio en la forma del lavado ritual, de modo que la purificación requería la inmersión de todo el cuerpo, de una vez, en agua corriente. El cambio se expresa en el período del Segundo Templo en hallazgos arqueológicos que incluyen docenas de baños de inmersión (ver, más ampliamente, Reich 1990). Estos cambios encuentran expresión escrita en los textos de la Mishná que detallan la forma en que se lleva a cabo la purificación (Mishnah Miqvaot).

Es por estas razones que los judíos karaítas no practican [necesariamente] la inmersión en un mikveh para motivos rituales, como en el caso de la purificación del periodo de una mujer, ya que la Biblia y la evidencia arqueológica encontrada apoyan la idea que solo se trata de un baño común, como lavarse con agua donde sea posible, en un río, vertiente, una ducha o tina, etc.

No obstante, aunque es evidente que éste último era el entendimiento de todos los antiguos israelitas, de manera aparte, a medida que el judaísmo liderado por los rabinos fariseos fue formalizándose y creciendo, la necesidad de registrar y doctrinar la emergente denominación llevó a los fariseos a adoptar una forma única para la inmersión ritual.

Parece justo inferir que este proceso debería estar vinculado a toda la gama de cambios que tuvieron lugar en la sociedad judía durante la época del Segundo Templo. Cambios que pasaron desde una sociedad judía guiada por sacerdotes tzadokitas [saduceos] hacia una liderada por takanot [regulaciones o mandamientos de hombres] rabínicos fariseos. Sumando a esto la excesiva necesidad de la comunidad Qumramita por alcanzar un estado de pureza para esperar el reinado del mesías. Ese rigor cada vez mayor se manifestó en muchas áreas de la vida, incluida la insistencia de la inmersión corporal total como medio exclusivo para lograr la purificación apropiada. 

En sintesis:

La purificación con agua en principio parece inusual y poco práctica, ya que la lepra bíblica ya no existe y todas las otras leyes de pureza ritual están suspendidas por la ausencia del templo, no obstante, el judaísmo, por lo general, acostumbra a seguir practicando la purificación de agua en el caso de una emisión de semen continuo [enfermedad masculina], en el periodo final de la menstruación de una mujer para que pueda volver a tener relaciones con su cónyuge y como una práctica apropiada para santificar el día de Shabbat de acuerdo a Éx 19:14.

En este contexto, es importante entender cómo los antiguos israelitas entendieron estos mandamientos en su contexto histórico de modo que hoy en día esto pueda ser aplicado. Es aquí donde queremos dar a entender que independientemente que un mikveh especial pueda ser utilizado, no hay nada malo en ello, siempre cuando tenga agua que fluya, cualquier baño cumple con el requisito, lo único que Dios pidió es un baño. Y en este contexto, podríamos indicar que mientras era común en el antiguo mundo la purificación por inmersión o un baño ritual, la Torah se suma a enseñar cuando un baño era obligatorio, ya sea para que en la mente del individuo sea consciente de la santidad del Templo y los objetos consagrados en él para no ingresar estando en un estado de impureza, o bien porque en una sociedad donde no era fácil el acceso de agua, estos mandamientos proveerían una justificación y construirían hábitos para cuidar de la higiene y salud del individuo.

 

Como ejemplo, que es bien sabido que los judíos de Europa no contrajeron la peste negra debido a sus constantes lavados rituales, mientras para los ciudadanos vecinos que no acostumbraban a lavarse antes de comer, o a tener un baño mínimo obligatorio en la semana (p ej, previo a  shabbat) esta peste fue mortal.

Dejanos tu comentario!
bottom of page